BIOGRAFÍA LUIS GIMÉNEZ LORENTE

Luis Giménez Lorente nace en Valencia el 20 de enero de 1920, o como a él le gustaba decir llegó al mundo “en los 20 primeros días de los veinte primeros años de los veinte primeros siglos”. Su infancia transcurre en la casa familiar de la calle En Bou de Valencia en pleno centro del mapa de la ciudad. En el colegio de los Padres Jesuitas y posteriormente en el Liceo Mayans cursa sus estudios de Bachillerato.

Tras el fin de la Guerra Civil, en 1939, inicia la carrera de Farmacia. Meses después muere su padre y este hecho, junto a su condición de hermano mayor, le obliga a trasladar su residencia a Campillo de Altobuey (Cuenca) para administrar la explotación agrícola familiar. Durante estos años sigue estudiando por libre y examinándose en Granada y Barcelona, donde obtiene la licenciatura en 1947. En noviembre de ese mismo año inicia su carrera profesional y abre una oficina de Farmacia en Valencia, en la avenida Navarro Reverter nº12 (Llano del Remedio), que en 1967 trasladará a la Plaza Marqués de Estella, 3 (hoy Porta de la mar)

Al año siguiente asiste al primer curso realizado en España de Manipulación de Isótopos Radiactivos para la medicina, organizado por la Cátedra de Terapéutica Física de la Facultad de Medicina de San Carlos de Madrid. Muy interesado en este tema, viaja un año más tarde a Holanda con objeto de conocer el Ciclotrón de la “Philis Rosane” y adquirir los detectores y demás material necesario para instalar en Valencia un centro de diagnóstico. En 1954, asociado y dirigido por el doctor Severino Pérez Modrego, abre en Valencia el segundo gabinete de España de diagnóstico con radioisótopos Fósforo 32 y Yodo 131.

En 1956 ingresa en la “Sociedad Farmacéutica del Mediterráneo Latino”, siendo nombrado seis años más tarde vicepresidente del grupo español y posteriormente miembro del Comité Internacional de la misma, cargos que conllevan la asistencia a numerosas reuniones nacionales e internacionales y que ostenta hasta su jubilación en 1988.

En 1957 finaliza los cursos de doctorado en Barcelona, iniciando con los doctores Villar Palasí, Miravilles y Gastón de Iriarte los estudios para la elaboración de su tesis doctoral sobre el cultivo hidropónico del azafrán que no concluyó por causa de la riada acaecida en Valencia ese mismo año que inutilizó su laboratorio y acabó con todos los trabajos realizados.

Casi medio siglo más tarde, una entrevista publicada en el libro de Pérez Puche “Hasta aquí llegó la riada” recordaría su primera farmacia y este acontecimiento.

Luis Giménez Lorente tenía su farmacia en Navarro Reverter, 10 donde luego se edificaría una nueva casa y donde se asentó andando el tiempo el restaurante La Hacienda. Tenía 37 años y desde 1947 era dueño de una botica rentable, céntrica y espaciosa donde cabía incluso una agradable tertulia (………) y también había espacio para ensayar unos cultivos hidropónicos de bulbos de azafrán, que era el asunto sobre el que iba a versar la tesis doctoral que estaba preparando. “Todos los días controlaba el crecimiento de mis plantitas y les daba su ración de oligoelementos hasta que llegó la riada y se fue todo al traste” * 1

En 1960 obtiene la Diplomatura en Óptica Oftálmica y Audiometría por la Universidad de Madrid.

Su dedicación a la farmacia, no le impide hacer otras muchas cosas e interesarse con ahínco por temas distintos. Su pasión por los viajes, por los adelantos científicos y tecnológicos será constante en su vida. Conocer mundo, y también entender el mundo. Hablar de la vida. Escuchar y hablar; las tertulias. En la rebotica se formaron sus primeras tertulias que más tarde se trasladarían al estudio de Navarro Reverter. A ellas acuden escritores, pintores, catedráticos de universidad, médicos, historiadores…..Allí, durante años Luis Giménez reunirá alrededor de un buen vino, todas las semanas, a un interesante grupo de intelectuales para hablar, disertar, reflexionar…..sobre política, cultura, religión y, cómo no, comentar algo sobre cartografía. Todos los que frecuentaban estas reuniones, aprendieron seguro, quisieran o no, algo más sobre geografía y mapas antiguos.

También otras motivaciones son importantes para él y ocupan su tiempo; la familia, sus amigos de siempre y…la Asociación Valenciana de Caridad. Su firme creencia de que todos debemos intentar hacer mejor nuestro entorno para poder cambiar así algo el mundo, le lleva a colaborar activamente con esta entidad histórica. Miembro de su junta desde 1984 y vicepresidente de 1988 a 1995, una de sus mayores satisfacciones fue poder poner en marcha el Departamento de Asistencia Social. Un proyecto que, junto a su buen amigo el jesuita Hermano Bonet, coordinará y en el que se implicará semana a semana durante años.

El interés de Giménez Lorente por la cartografía se despertó en el año 1956 de la mano del doctor y colega de profesión Luis Alemany Vich que le regala un pequeño mapa de Tomás López Vargas Manchuca y le inicia en el estudio de mapas y en el coleccionismo.

Casi 50 años después recordaba aquel “flechazo” con la cartografía histórica en una conferencia impartida en Castellón cuando afirmaba : “Decía Stevenson, el autor de la “ Isla del Tesoro” que no comprendía cómo alguien se puede quedar impasible contemplando un mapa antiguo. Algo parecido pensé yo cuando al regalarme un pequeño mapa un compañero y amigo, el doctor Luis Alemany, historiador, bibliófilo y coleccionista me contagió de golpe la pasión por ese maravilloso mundo. Con las orientaciones que me dictaba mi amigo empecé a adquirir y coleccionar mapas antiguos del Reino de Valencia” .

Si al principio fue autodidacta, el ingreso en la Sociedad Española de Cartografía y en INCOS (Sociedad Internacional de Coleccionistas de Mapas), y más tarde, la participación en simposiuns y congresos le permitió conocer y relacionarse con personalidades de la talla de Ángel Paladini, director entonces de la Cartoteca del Ejército, Carmen Litter de la Biblioteca Nacional, Montserrat Galera del Institut Cartogràfic de Catalunya y catedráticos como Agustín Hernando o José María Sanz (ya fallecido), que con el tiempo se convertirían en amigos, confidentes no sólo de sus inquietudes cartográficas sino también vitales.

Durante años Giménez Lorente dedica su esfuerzo a la búsqueda, adquisición, catalogación y estudio de mapas valencianos de los siglos XVI, XVII y XVIII. Son frecuentes sus viajes a Italia, Inglaterra y Francia donde visita librerías, tiendas de antigüedades, rastros…en busca de obras para su colección. “No hay nada más agradable que encontrar un mapa que desconoces entre un montón de papeles y conseguir identificarlo”. Reúne hasta treinta mapas de plancha original de fechas comprendidas entre 1584 y 1797, obras que hoy bajo la denominación “Colección Valencia” constituyen una importante parte de sus fondos. En 1984 publica una carpeta integrada por la reproducción de diez de estos mapas del Reino de Valencia iluminados a mano y acompañados de un estudio de los mismos. En 1987 edita también una cuidada reproducción del mapa del Reino de Valencia de Giacomo Cantelli de 1696.

La visita a la biblioteca de la Fundación Bartolomé March en un viaje a Palma de Mallorca le hace interesarse por las cartas de marear: “Tuve ocasión de contemplar la magnífica colección de mapas portulanos, especialmente de la escuela mallorquina, que allí se conserva. La belleza de aquellas obras me entusiasmó y desde aquel momento me puse a estudiar y coleccionar facsímiles y libros relacionados con este tipo de cartografía”.

 

Sus trabajos se centraron en la recopilación de datos sobre los portulanos datados, firmados y localizados en España y sobre sus autores.

A finales de 1987 llega a sus manos un atlas inédito firmado por Joan Martines y fechado en 1570 en el que están representados un mapamundi y cuatro portulanos dibujados sobre vitela con profusión de colores, miniado en oro y plata y de bellísima ejecución. En la parte inferior del mapamundi la firma y fecha “Joan Martines en Messina Añy 1570”.

Su especialización en el estudio de los atlas portulanos le hace intuir que se encuentra ante un gran hallazgo. Hasta ese momento sólo se conservaban en España dos atlas de ese autor, cartógrafo del rey Felipe II. El primero fechado en 1577, propiedad de la Casa de Alba, y el segundo, datado en 1587 en la Biblioteca Nacional.

“Nunca pensé que algún día un original de estos bellos portulanos llegaría a formar parte de mis fondos, pero en la vida de todo coleccionista siempre hay piezas que parecen movidas por la casualidad, la magia o el destino. En mi caso fue un hallazgo y su historia se inició en mi propia ciudad de Valencia.

Un buen día un amigo vino a verme con una carpeta que, según él, contenía unos mapas de 1870 heredados de un familiar y que calculaban que habían estado más de cien años en el fondo de una caja fuerte. Apenas lo tuve en mis manos me di cuenta que se trataba de un códice del siglo XVI, que el ocho del ochocientos era un cinco del quinientos, que los mapas eran una maravilla y que la firma era de Joan Martines, el mejor cartógrafo de su tiempo y cosmógrafo de Felipe II. Le dije a mi amigo que aquello era, en mi opinión, una pieza valiosa. Años más tarde, un acuerdo entre caballeros, algo que ya casi no se estila, me proporciona la gran satisfacción de incorporarlo a mis fondos”

El profesor Antonio Imbesi, vicerrector por aquellos tiempos de la Universidad de Messina, gran aficionado a la cartografía, le proporcionó en esos momentos valiosa información sobre Joan Martines, consideró muy importante la aparición de la obra, hasta entonces desconocida, del célebre cartógrafo mesinés y le animó a estudiarla y darla a conocer.

Tras años de investigaciones y estudios, el Atlas de Joan Martines fue presentado en 1989 en las Jornadas sobre Cartografía Histórica que se celebraron en Madrid. Meses más tarde se difunde mundialmente al ser publicado en la revista inglesa que edita la Internacional Collector Map Society. Como uno de sus objetivos fue siempre el de la difusión de la cartografía, bajo su dirección, se publicó un facsímil del mismo con la máxima fidelidad al original, acompañado de varios trabajos de investigación.

Fueron muchas las horas que Luis Giménez dedicó a la contemplación, investigación y estudio de este bello portulano. Durante aquel tiempo su vida giró alrededor de este hallazgo. Convencido desde el principio de que se encontraba ante una importante obra, no se dejó contagiar por el escepticismo que algunos le demostraron. Al contrario, editó e hizo públicas sus conclusiones y estudios en medios y foros especializados, y buscó el consejo en las voces más autorizadas de la cartografía.

En el año 1992 tuvo el honor de presidir el Symposium Internacional de la “International Map Collector´s Society” celebrado en Madrid.

El 22 de diciembre de 1994 se presenta el facsímil en el Museo Naval de Madrid, quedando el original expuesto en la Sala de los Descubrimientos hasta el año de su adquisición por la Biblioteca Nacional, para que pudiera ser contemplado y estudiado por los amantes de la cartografía histórica.

En 1995 el Institut Cartogràfic de Catalunya, con motivo de las Conferencias Cartográficas Internacionales, consigue reunir en el salón de Tinell de Barcelona la más importante exposición de portulanos, editando un magnífico catálogo en el que ya figura el Atlas de Joan Martines.

En abril de 1997, organizada por la Diputación de Valencia, se celebra la exposición “Cartografía Histórica Valenciana”, reuniendo magníficas piezas nacionales y extranjeras, figurando íntegra la colección “Valencia” de Luis Giménez Lorente.

En el año 2002 el atlas de Joan Martines es declarado Bien de Interés Cultural. La dirección del Patrimonio Bibliográfico Nacional se interesa por tan importante obra, que será adquirida por la Biblioteca Nacional, entrando a formar parte de sus fondos y asegurándose de esta forma su permanencia en España.

En la actualidad los fondos cartobibliográficos incluidos originales, facsímiles y reproducciones comprende: 22 atlas, 90 mapas mundi, 170 mapas impresos, 77 cartas náuticas y más de mil grabados, láminas y libros. Además cuenta con un apartado dedicado a la historia de la Farmacia. Libros y documentos farmacéuticos que se unen a la colección cartográfica. Entre éstos destaca un ejemplar de la Farmacopea valenciana de 1601, de la que se conocen muy pocos ejemplares que Giménez encontró en Palma de Mallorca en pésimas condiciones y que, tras restaurarla, fue presentada en el Colegio Farmacéutico de Valencia en el año 2002. Las farmacopeas recogían todos los recetarios, formularios, antidotarios y concordias que dictaban los colegios farmacéuticos. A lo largo del tiempo, la mayoría de estos libros, obligatorios en las oficinas de farmacia, se han perdido porque se retiraban las viejas farmacopeas en cuanto llegaban las nuevas ediciones.

Hoy la colección de Luis Giménez Lorente, referente obligado para el estudio de la cartografía e historia de la Valencia de los siglos XVI, XVII y XVIII, está rigurosamente documentada e informatizada.

“Como además de querer conocer el pasado, me ha interesado el presente, hace más de una década decidí ponerme al día informatizando mis fondos”

Dar a conocer sus “tesoros” le encantaba. Disfrutaba enor­me­men­te hablando de sus mapas. Su estudio, ese “gabinete de las maravillas” que recordaba a aquellos interiores que reproducían pintores holandeses del siglo XVII como Vermeer, siempre estuvo abierto a aquéllos que quisieron visitarlo. Allí, entre paredes en las que colgaban grabados y mapas y estanterías repletas de libros pasó, tras su jubilación, horas y horas. Él, gran viajero en su juventud, se recluía entre sus papeles y desde allí constataba el mundo exterior. Recibía visitas, muchas por cierto, de familiares, amigos y contertulios; “navegaba” por Internet a la búsqueda de información, leía, estudiaba; y cuando se cansaba de investigar y de tomar anotaciones, escuchaba música, recitaba poesía, veía documentales sobre historia …….Hasta la fecha de su muerte, el 24 de abril de 2006, bajó a trabajar a su despacho como hacía todos los días.

En sus últimos años creció su preocupación por qué pasaría con sus fondos cuando él ya no estuviese. Su idea siempre había sido que la colección se mantuviera unida y que pudiera ser consultada por estudiantes, estudiosos e investigadores. Divulgar, trasmitir su pasión por la cartografía histórica, era la herencia que él pensó siempre dejar.

Su amigo, el profesor Gaja, hizo llegar al rector de la Universidad Politécnica de Valencia, don justo Nieto, el catálogo de la colección y su interés por hallar una institución a la que confiar sus fondos. Tras conocer al profesor don Manuel Chueca y entusiasmarse con el proyecto por él diseñado, decide donar su colección a la fundación que con su nombre se constituirá y ubicará en el Departamento de Ingeniería Cartográfica, geodesia y Fotogrametría de la Universidad Politécnica de Valencia.

El 2 de diciembre de 2003 es nombrado Doctor Honoris Causa por esta universidad y en su discurso de investidura, tras agradecer de corazón el título y hacer un repaso por su vida y su trayectoria como estudioso y coleccionista afirmaba:

“Ahora, desde ya mis muchos años (84) al repasar las horas de mi vida dedicadas a los mapas, las cartas náuticas, su estudio y hasta su contemplación, me alegra ver que han ocupado momentos muy felices de mi vida, y tengo que agradecer a Juliana, mi esposa, y a mis hermanos y sobrinos que hayan soportado las rarezas de este viejo coleccionista, que le han ayudado siempre que los ha necesitado y se hayan complacido con el destino de mis fondos a esta Universidad. Estoy seguro de que sin su ayuda, mis trabajos habrían fracasado (…………) Y estoy seguro de que la semilla que el viejo mapista deposita en la joven Universidad, bajo el exquisito cuidado del Profesor Chueca, fructificará y Valencia podrá disfrutar pronto de la cartobiblioteca orgullo de la Universidad Politécnica y de todos los valencianos” *.

Fue de verdad un orgullo para él ver en vida cómo sus mapas, sus libros, sus grabados… iban a pasar a formar parte de la universidad. Junto al descubrimiento del atlas fue el hecho que más alegría le produjo como cartógrafo. La suerte le volvía a sonreír pero, ¿puede llamarse suerte cuando trabajas todos los días durante casi cincuenta años por algo y lo consigues? Siempre con su trabajo quiso aportar cosas, llegar más lejos. Fue un hombre enormemente generoso en lo material, pero también intelectualmente hablando. Quiso compartir sus hallazgos, sus estudios, sus ideas. Hay un rasgo de carácter, una forma de mirar la vida que los que le conocieron constataron; la perseverancia, el puro convencimiento de que en esta vida hay que trabajar duro en aquello que elijas, disfrutar tú mismo pero también hacer algo por conseguir mejorar la vida de los demás le llevó a alentar, impulsar o financiar proyectos sociales y culturales. Muchas veces tuvo que luchar, nunca mejor dicho contra los elementos. Pero de ello no sacó miedo ni resentimiento. Al contrario intentó disfrutar de lo bueno que ofrece la vida. Todos los que han estado cerca de él han aprendido o se han contagiado mucho o poco, queriendo o sin querer, de su amor por la cartografía, pero sobre todo de su curiosidad, de su capacidad de trabajo, su afán de conocimiento, de su generosidad y de su noble manera de mirar la vida.

 

 

1 – “Hasta aquí llegó la riada”. Francisco Pérez Puche. Exmo Ayuntamiento de Valencia.